Con el pretexto de preparar la edición impresa (que ya está a la venta en quioscos y librerías) dejamos de lado este blog que durante siete entregas fue nuestra trinchera. Desde aquí, sin más armas que nuestros escritos y los de nuestros colaboradores, atacamos a la realidad, le escupimos nuestras historias inconformes, nuestras imágenes absurdas y nuestra tonada esquizofrénica.
Luego de un año de estar callados, mordiéndonos las tripas por no poder patear/ hablar/contar/postear acerca de aquello que nos quita el sueño y hace nuestras existencias más llevaderas, aprovechamos este inicio de año y salimos a empaparlos con esta entrega carnavalera.
Regresamos tan inconscientes e irresponsables como todos aquellos limeños que derrocharán miles de kilómetros cúbicos de agua que en Haití y en muchas partes del mundo hace falta. Por las calles de la ciudad correrán ríos de agua sucia, los limeños atacaran cada fin de semana con pintura, betún y globos de colores; los clubes provinciales organizarán cortamontes a son de carnavales ayacuchanos, cajamarquinos, huancaínos, ancashinos y un largo etc. sin recordar que en la sierra llegaron las lluvias intensas y los huaycos.
Si señores el carnaval llegó y haremos nuestro propio cortamonte; tumbaremos el sauce de esa rutina que agrede, que deshumaniza; que nos arroja la realidad como una gran carga sobre la espalda. Cuando el árbol haya caído, seguiremos escribiendo.
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