El evento inicia a las 5:45. Piscos de honor

8.13.2010

Miscelánea


Estimados lectores, les ofrecemos una nueva entrega de la edición virtual de nuestra revista. En este número:



PRESENTACIÓN

Carè palo. De cuando el cinismo es más que un hábito... es una obsesión.


CON LOS PANTALONES ABAJO
La historia del Perú.
Lo único que importa es la memoria.


ACERCAMIENTO INSTANTANEO
Lima: mi hogar abierto. Cuando no vuelo también soy feliz.

ALAMBIQUE DE PAPEL
Rememorando los Bosques de Armando Rojas, desempolvamos Bosques, primer libro de poemas de Armando Rojas. Presenta la publicación Antonio De Saavedra, poeta sanmarquino y promotor incansable del neosurrealismo peruano.Incluye PDF de Bosques.

RASTROS DE CARACOL
Famulus. Desde España, poema inédito del nuevo libro de Romy Sordómez: Famulus, de pronta aparición bajo el sello Lustra Editores .


Car'e palo




Cual escolares que regresan de unas inmerecidas vacaciones asomamos nuestra “cara de palo” por el ciberespacio para entregar una nueva entrega de nuestro blog. Desde nuestro último asomo mucha agua ha corrido bajo los puentes que permiten acceder a la Ciudad de los Reyes: se agotó la fiebre del campeonato mundial de fútbol, se apagaron los chauvinismos provocados por los aniversarios patrios, el “lentopolitano” empezó a cobrar pasaje e inmediatamente se quedó vacío, “Lulu” afirma que está libre de “polvo y paja” y ahorita nomás Alex Kouri reanudó sus coqueteos con Keiko.
Luego de haber pasado los feriados patrios asediando infructuosamente el papel, el ordenador; durmiendo horas extras y tratando de encontrar un vínculo más real (que el que nos proporcionan el compartir un idioma, un espacio, una historia llena de violencia, fracasos y postergaciones) con el Perú, con este país en eterna construcción; arrojamos esta breve entrega integrada por alguna ensimismada reflexión sobre las pasadas fiestas patrias, una reseña sobre el libro “Bosques”, del extinto poeta Armando Rojas a cargo de Antonio De Saavedra; un poema inédito de Romy Sordomez, las siempre certeras imágenes de Eduardo Yaguas, así como una perspectiva fotográfica del Centro de Lima.
Una vez más nos ponemos la “cara de palo” para decir hasta la próxima entrega. Para los meses siguientes prometemos largas entregas, con lo último de la producción de nuestros colaboradores, mejores resultados de nuestros asedios al papel (nos estamos encomendando a Santa Rosita) y con la mirada siempre atenta al circo electorero que nos acompañará hasta el año que viene. No nos lean.

La historia del Perú


Por Jaimedonato Jiménez

No hay un pasado
sino una multitud
de muertos

Washington Delgado


Siempre me interesó la historia. Me parece que era el único curso en el colegio al que solía prestar atención. Me gustaban sobremanera las batallas; esos relatos donde ilustres y honorables peruanos se sacaban la mugre por el bien de la patria; algunos de mis profesores las narraban con emoción y elocuencia, tratando siempre de no caer en el chauvinismo.
Entonces uno salía al recreo convencidazo de sus héroes, y alucinábamos ser el Grau del ataque, un Bolognesi de la defensa, el Jorge Chávez de la portería, un Cáceres del mediocampo. Y así con el pecho hinchado le dábamos duro a la pelota. Pum! un cañonazo a la Covadonga, Pum! Recibe esta Abascal, Pum! Chúpate esa Patricio Lynch. Pum! Con esta caes Canterac! Éramos los gramputas, el dream team de la historia peruana, nadie nos detenía, pero eso sólo nos servía los 20 minutos de cada recreo… Y es que si seguimos la lógica histórica ¡Ninguno de los primeros había ganado nada! A lo mucho ganaron el Botín de oro, o el equipo Fair play, pero jamás una guerra. Con el pasar del tiempo me di cuenta que el afamadísimo curso de Ciencias Histórico-Sociales fue en muchas ocasiones un fango de baba, una cantera de calichines.
Las secuelas: las celebraciones del 28 de julio siempre me han parecido una completa falsedad, tanto en hechos como en sentimientos (aunque eso no quiera decir que carezca de sentimientos patrios).
Hechos: ¿fue realmente el 28 de julio el día en que conseguimos la independencia? Y si pudiéramos decir que lo fue… ¿no serían las batallas de Junín y sobre todo la de Ayacucho las verdaderas fiestas patrias? Días en que muchos peruanos y hermanos sudamericanos misios y con huevos dieron revés a una batalla en la que Sucre ya había dispuesto la retirada (ese día también nacieron los muñequitos que marchan a mediodía en el patio exterior de Palacio de Desgobierno).
Sentimientos: Porque donde uno va siempre se ignoran las placas conmemorativas de una plaza, parque, calle, etcétera. Castilla con un ojo quiñado, la estatua de Bolognesi más parece una oda al desgarbo que a la defensa de toda una nación, un Olaya ignorado en su pasaje, un Avelino Cáceres al que nadie le para bola, un Túpac Amaru que hoy en día es sinónimo de violencia social y política. O próceres que deberían ser respetados y mostrados en un evento cultural y son tapados por toldos verracos que sumen en ignorancia el legado que dejaron.
Y estoy lejos de ser un ultra patriota (o patriotero). Me aburre ver la logística bélica de las paradas militares de julio (artefactos que hasta donde sé solo mataron peruanos); la Historia peruana es un álbum de figuritas que busca vender un patriotismo que sólo sirve en elecciones. En los feriados patrios no aplaudí cuando en Cineplanet pusieron el Himno Nacional antes de una función. No me creo ese patriotismo con pinta de tecnopor. Estoy lejos de serlo porque al igual que el 99.99999999999% de nosotros no tenemos la memoria suficiente para saber donde nos sitúamos, ni de quién venimos y, gracias al desgobierno, hacia dónde vamos.
Entonces, cuando nos damos cuenta de ello y miramos hacia atrás ¿qué es lo que vemos? La nada. La memoria colectiva se esfuma, como se esfumaron los recursos del guano y el salitre, como lo era del boom de la pesca, y como se esfumará el oro, la plata, el cobre y el gas de precio huevo. La nada: eso que nos rellenan con Gisela y sus seudoconcursos. La nada: eso que llenan con Magaly TV. La nada: eso que Jaime Bayly llena con su candidatura. La nada: eso que deberíamos de tener presente a la hora de votar y no nos da la gana de recordar.

Lima: Mi hogar abierto

Si vuelo la calle yo veo no solo gente




Observo sus muros vivos




Sus plazas sanas




Con caminantes lejanos y furtivos







Mi hogar abierto, incólume




Es como el tiempo detenido




Se extiende infinitamente en la memoria.


Rememorando los Bosques de Armando Rojas




Por Antonio De Saavedra




Armando Rojas Adrianzén nació en Huancabamba, Piura, en el año de 1945. Realizó estudios secundarios en el colegio San Francisco de Asís de su ciudad natal. Estudió literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos donde se graduó con dos tesis sobre la obra poética de Javier Sologuren para bachiller en Humanidades (1972) y doctorado en Letras (1973). Luego fue catedrático en dicha casa de estudios. Entre enero de 1971 y agosto de 1977, junto a Sologuren y a Ricardo Silva-Santisteban, editan 20 números de la revista Creación & Crítica, el último bastión de la poesía purista peruana frente a lo que lamentablemente ocurría en esos años. En 1973 edita su primer poemario: Bosques, a través de las ediciones Arte Reda y la revista Casa de Cartón, con 6 ilustraciones de Víctor Escalante y bajo el atento cuidado editorial de Javier Sologuren, libro que fue bien recibido por la crítica y por los pocos lectores de poesía en esos años. En 1975 Rojas publica a través de Ediciones De La Clepsidra (que dirigía junto a Silva-Santisteban) una traducción de El Aire Del Agua (1934) del poeta francés André Breton. A fines de ese año viaja a Francia para seguir estudios de postgrado en la Universidad de Estrasburgo y luego laboró como agregado cultural en la parisina embajada del Perú. En esa ciudad funda, junto a varios escritores latinoamericanos, la revista bilingüe español-francés Altaforte (1979-1983), donde se publican obras inéditas de poetas peruanos como César Moro y Jorge Eduardo Eielson, entre otros. En años siguientes publicaría otros destacados libros de poemas, como Sombras Y Quimeras (París: 1978-1979) y El Sol En El Espejo (París: 1983). Armando Rojas falleció en París en 1986 víctima de un inoperable tumor cerebral. Muchos de sus escritos y traducciones se han editado póstumamente, como el poemario Gaviotas En El Lienzo, editado como separata de la revista Umbral en 1988 y luego reproducido en el número 12 de la revista Lienzo en diciembre de 1991; y el poemario escrito al alimón con Silva-Santisteban Canto Al Pie De Las Colinas (Lima: Ediciones Pedernal, 1989). Por el momento queda pendiente de publicar un poemario titulado Dialecto. En 1992 en Uruguay y luego al año siguiente en Lima, Silva-Santisteban edita una amplía antología poética de André Breton con el título de Poemas (Montevideo: Ediciones Trilce; Lima: Jaime Campodónico Editor), conteniendo otras versiones inéditas de Rojas. En 1994 se editó su versión de Canto Para Un Equinoccio de Saint-John Perse (Lima: Ediciones Pedernal, 1994), además de varias traducciones de textos de César Moro publicadas en diversos medios.
Bosques, como bien lo remarca Alberto Escobar en el tomo II de su Antología De La Poesía Peruana (1973), es un gran esfuerzo por erigir un lenguaje propio, al parecer sin desmedro al barullo de la poesía peruana más inmediata al entorno de Rojas. Partiendo de obvias prestadas atmósferas sologurenianas, el poeta logra desmembrar la parsimonia heredada de la poesía vanguardista para moldear un símil entre escritura conllevada y poesía decantada. No creo que solo haya querido ir a contracorriente, sino también demostrar que con tan solo unos cuantos elementos (fijarse en los títulos de las secciones del libro), que pueden resultar al fin repetitivos, se logra construir una poesía sin tiempo ni espacio y comprometida intrínsecamente con las circunstancias que rodean al poeta (recuérdese: hablamos de los convulsos años 60’s-70’s). Más aun sabiendo que posiblemente la experiencia poética de Rojas haya nacido en pleno Huancabamba, lugar mágico y misterioso. Ello no solo es visible en una severa inducción de purismo en sus poemas, sino también en su trabajo intelectual: sus traducciones han quedado como clara muestra del encuentro entre lenguas romances poco distanciadas. Creo que a la postre deberíamos retomar la senda que Rojas nos ha mostrado para asimilar otras vertientes menos conocidas de nuestra poesía. Por ello es valiosa esta reedición en digital. Recuerdo que a mediados de 1996 estuve visitando a Róger Santiváñez en su casa de Villacampa en el Rímac, y tenía a la mano una fotocopia del № 14 de Creación & Crítica en la que se publicó el poema “Montes”, luego incluido en Bosques. Roger –como buen piurano que es— me explicó que la palabra ñija la vociferan los recios campesinos de las alturas de Piura, golpeando sus machetes en el suelo, cuando van a trenzarse en duelo a machetazos por alguna disputa territorial o afectiva. Rojas también desafió a su época, frustrada por no saber usar sus propios referentes rumbo a una poesía autentica, dilema que resolvió en cierta manera con Bosques.

Descarga "Bosques" en pdf




*Antonio De Saavedra (Lima, 1974)
Realizó estudios de Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Publicó el libro de poemas Laguna de Electricidad (1998). Prepara un nuevo libro titulado Holoturia. Textos suyos pueden leerse en:
www.antoniodesaavedra.blogspot.com. Contacto: andesaa@yahoo.com

Famulus (inédito)


Alejandro Xul Solar, Tu y yo, 1923





Poema 1

Yo no fumo, pero puedo acostumbrarme

como se acostumbra uno a la desesperación

y a la desesperanza,

puedo acostumbrarme a las ciudades vacías,

al frío helado que abofetea mis mejillas,

al té verde después de las comidas,

a los ánimos alterados,

a las falsas certezas

que se repiten reiteradamente

en mi tímpano deprimido.

Yo no fumo, pero puedo acostumbrarme

a los baños públicos,

a los horarios rotativos de fin de semana,

a los viejos ascensores de un viejo piso madrileño,

a los ciclistas y sus bicicletas y sus cascos,

a la casa vacía sin tus libros,

a los espacios abiertos y a mi claustrofobia,

a las ambulancias esperando fuera de casa.

Yo no fumo, pero puedo acostumbrarme

como se acostumbra uno

a los ceniceros debajo de la cama,

a tu música odiosa y a mi tímpano deprimido,

a los desórdenes cuando te alteras,

a ese pequeño espacio tuyo para cagar.

Todo parecería perfecto

si se pensara que hablo de la costumbre

de hablar de la costumbre en estos tiempos salvajes;

pero no es así.

Yo no fumo pero puedo acostumbrarme.



Romy Sordómez Patiño (Lima, 1982).
Estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde integró el grupo poético Sociedad Elefante, bajo cuyo sello editó (en una plaqueta bifronte que incluye Espejo de carbón de Miguel Sanz Chung) Vuelta alrededor del parque. Ha publicado los poemarios Vacas negras en la noche (Sarita Cartonera, 2004) y Présago (Santo oficio, 2005), que para Ricardo Gonzales Vigil «ha alcanzado una madurez expresiva digna de relieve en el poema de sostenido aliento». Actualmente reside en España. «Poema 1» está incluido en Famulus, de pronta aparición en Lima bajo el custodio editorial de Lustra.