.
por Juan Pablo Mejía
..
Revista
Quehacer. DESCO. N° 171, Lima, julio-setiembre de 2008, pp. 100 - 105.
En el presente número de Quehacer, la buena revista que dirige Balo Sánchez León acaba de aparecer publicado “Redoble de tambores por Manuel Morales”, del poeta y periodista Eloy Jáuregui. Aquí reproducimos algunos párrafos extraídos del sentido testimonio.
En la primera parte del texto, Belleza inmediata de un retazo en el tiempo, la más nutrida de anécdotas y descripciones, Jáuregui lo retrata:
«Y está sentado en la cabecera de la mesa de la cantina “el anzuelo” (…) Y se ha desabotonado la camisa y luce un bivirí blanco impecable cuando se concentra en el destino de ese rodar de los dados desde su cubilete, al que atrapa con fiereza (…). Y gana como toda la noche, pero no celebra. Sereno, arrima sus palos de fósforo cerca de su vaso y nos mira. Luego dice “no se asusten” y apenas ubica a Chontril, el mozo, pide dos cervezas con los dedos, como ese viernes, como todos los viernes que lo hemos visto llegar desde Chiclayo a la casa-colectivo que está ahí nomás, en el segundo piso y que regenta Jorge Pimentel.
»Él tiene en la casa-colectivo su cama intocable (…). Hay un letrero en la pared junto a la cabecera: “Aquí duerme Manuel Morales. Sé libre, acuéstate en el suelo”. Cierto. Sus sábanas y manta de un material antialérgico lo hacen especial. Por eso también se lo respeta. “Es que a veces se le cierra el pecho y se pone como loco”, dice la señora que hace la limpieza. El hombre sufre de asma pero no habla del tema y maneja sus inhaladores como un cowboy taciturno pero de ira implacable.
»Los sábado se levanta a mediodía. Lo primero que dice es: “no existe el poeta que marca tarjeta”. Y agrega: “A las cuatro voy a ver mis asuntos”. Cierto. Pero antes nos vamos a “El Peñón” (…). Cebiches y Parihuelas ahora con cerveza negra lo ponen más locuaz. Y ya está con nosotros Mario Luna y como es de Chimbote, con él hace otras migas. Se habla de Velasco, del proceso, de los militares, de la revolución sin partido. Pero alguien toca el Aullido de Ginsberg y el otro, los Cantares de Pound. Entonces la poesía nos invade nuevamente. (…) Así somos. Podemos hablar de fútbol y la metáfora termina con una media verónica casi siempre de poesía (…) Y así se va la tarde. El hombre paga y se marcha rumbo a Santa Cruz, su barrio, en las orillas del Miraflores naútico.
Ya para la segunda parte, Sol sonámbulo que despierta sobresaltado, Jáuregui habla de Hora Zero y describe la situación política y social del país y la posición que los jóvenes poetas de este movimiento asumieron frente a tal coyuntura. Ya hacia el final del bloque vuelve sobre Morales y su trágico deceso:
«El hombre sabe de esto y de aquello. El hombre se llama Manuel Morales y ha muerto joven allá en su casa de Porto alegre, al sur de su Brasil pintado en su camisa y clavado a su corazón y a donde se fue hace 35 años. Como cuenta Tulio Mora: “ Se marchó en 1977 tras de su esposa, una preciosa brasileña que aún recuerdo hoy con un pañuelo verde en la cabeza y un monito tití en el hombreo”.»
Ya en la tercera y última parte, La poesía en el gimnasio, los recuerda así:
«la última vez que lo vi fue como la primera. Estaba como siempre en la cabecera de una de las mesas del Palermo, y no hacía otra cosa que hablar de poesía. Tenía el rictus del maestro marginal petardista y tablajero, pero vivía en ese espacio iluminado de la palabra prosódica y malmandada.
Y termina su texto citando una carta que Morales le enviara a Jorge Pimentel desde Porto Alegre:
“Ustedes dirán, Manuel Morales vivió lejos y nos olvidó. No es verdad. Siempre viví con mi conciencia transformada en un derrelicto. Y hallo que fue bien. Desde lejos vi a mi generación crecer. Tengo orgullo de ser un militante de Hora Zero, el movimiento que con mis hermanos ayudamos a erguir para que la poesía no sea una farsa y sí el resultado dialéctico de una generación que ansiaba libertad contra todos los indicios de oficialismo (…) Soy, como ya dije a mi hermano Miguel Gutiérrez, un hombre libertino cuyo negocio ahora es enamorar. Vivo en el sur de Brasil. Un lugar muy interesante por sus mujeres lindas. Ya habrá oportunidad para que les cuente mi vida”.■
En el presente número de Quehacer, la buena revista que dirige Balo Sánchez León acaba de aparecer publicado “Redoble de tambores por Manuel Morales”, del poeta y periodista Eloy Jáuregui. Aquí reproducimos algunos párrafos extraídos del sentido testimonio.
En la primera parte del texto, Belleza inmediata de un retazo en el tiempo, la más nutrida de anécdotas y descripciones, Jáuregui lo retrata:
«Y está sentado en la cabecera de la mesa de la cantina “el anzuelo” (…) Y se ha desabotonado la camisa y luce un bivirí blanco impecable cuando se concentra en el destino de ese rodar de los dados desde su cubilete, al que atrapa con fiereza (…). Y gana como toda la noche, pero no celebra. Sereno, arrima sus palos de fósforo cerca de su vaso y nos mira. Luego dice “no se asusten” y apenas ubica a Chontril, el mozo, pide dos cervezas con los dedos, como ese viernes, como todos los viernes que lo hemos visto llegar desde Chiclayo a la casa-colectivo que está ahí nomás, en el segundo piso y que regenta Jorge Pimentel.
»Él tiene en la casa-colectivo su cama intocable (…). Hay un letrero en la pared junto a la cabecera: “Aquí duerme Manuel Morales. Sé libre, acuéstate en el suelo”. Cierto. Sus sábanas y manta de un material antialérgico lo hacen especial. Por eso también se lo respeta. “Es que a veces se le cierra el pecho y se pone como loco”, dice la señora que hace la limpieza. El hombre sufre de asma pero no habla del tema y maneja sus inhaladores como un cowboy taciturno pero de ira implacable.
»Los sábado se levanta a mediodía. Lo primero que dice es: “no existe el poeta que marca tarjeta”. Y agrega: “A las cuatro voy a ver mis asuntos”. Cierto. Pero antes nos vamos a “El Peñón” (…). Cebiches y Parihuelas ahora con cerveza negra lo ponen más locuaz. Y ya está con nosotros Mario Luna y como es de Chimbote, con él hace otras migas. Se habla de Velasco, del proceso, de los militares, de la revolución sin partido. Pero alguien toca el Aullido de Ginsberg y el otro, los Cantares de Pound. Entonces la poesía nos invade nuevamente. (…) Así somos. Podemos hablar de fútbol y la metáfora termina con una media verónica casi siempre de poesía (…) Y así se va la tarde. El hombre paga y se marcha rumbo a Santa Cruz, su barrio, en las orillas del Miraflores naútico.
Ya para la segunda parte, Sol sonámbulo que despierta sobresaltado, Jáuregui habla de Hora Zero y describe la situación política y social del país y la posición que los jóvenes poetas de este movimiento asumieron frente a tal coyuntura. Ya hacia el final del bloque vuelve sobre Morales y su trágico deceso:
«El hombre sabe de esto y de aquello. El hombre se llama Manuel Morales y ha muerto joven allá en su casa de Porto alegre, al sur de su Brasil pintado en su camisa y clavado a su corazón y a donde se fue hace 35 años. Como cuenta Tulio Mora: “ Se marchó en 1977 tras de su esposa, una preciosa brasileña que aún recuerdo hoy con un pañuelo verde en la cabeza y un monito tití en el hombreo”.»
Ya en la tercera y última parte, La poesía en el gimnasio, los recuerda así:
«la última vez que lo vi fue como la primera. Estaba como siempre en la cabecera de una de las mesas del Palermo, y no hacía otra cosa que hablar de poesía. Tenía el rictus del maestro marginal petardista y tablajero, pero vivía en ese espacio iluminado de la palabra prosódica y malmandada.
Y termina su texto citando una carta que Morales le enviara a Jorge Pimentel desde Porto Alegre:
“Ustedes dirán, Manuel Morales vivió lejos y nos olvidó. No es verdad. Siempre viví con mi conciencia transformada en un derrelicto. Y hallo que fue bien. Desde lejos vi a mi generación crecer. Tengo orgullo de ser un militante de Hora Zero, el movimiento que con mis hermanos ayudamos a erguir para que la poesía no sea una farsa y sí el resultado dialéctico de una generación que ansiaba libertad contra todos los indicios de oficialismo (…) Soy, como ya dije a mi hermano Miguel Gutiérrez, un hombre libertino cuyo negocio ahora es enamorar. Vivo en el sur de Brasil. Un lugar muy interesante por sus mujeres lindas. Ya habrá oportunidad para que les cuente mi vida”.■
.
.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario