El evento inicia a las 5:45. Piscos de honor

10.22.2008

Muéranse todos (para alcanzarlo)

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por Jaimedonato Jiménez
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Manuel Morales era un pata del barrio de Santa Cruz, en aquella frontera de sangre que separa el Miraflores acomodado de aquel de los callejones y cantinas como La Chilena, por ejemplo, donde ubica uno de sus más alucinados poemas. Era gordito y asmático. Tenía un sólido sentido del humor y había llegado a la poesía a través de los claustros de la Villarreal.

ASL, en El dominical, 7 de setiembre de 2008





Ciegos, tartamudos y sordos. Manuel Morales ha muerto y ha resucitado fugazmente. Y sigue muerto. En sus cenizas olvidado. Pero no se asusten, se han acordado sus amigos tamborileros, también viejos napolitanos que chuparon con él. Sólo el resto son quienes lo han olvidado. Y mejor así. No me mueve un fin ‘caleta’, ni exclusivo: es sólo tener la certeza de quienes lo aman, sufrieron y acariciaron las incertidumbres de su autoexhilio y ubicación.

Y la bulla mediatica impone su silencio en lo importante:
Más jode la indiferencia
Más joden rómulos sin remos, pero sí con ratas
Más jode la cucaracha encarcelada
Menos favor nos hace un gabinete que huele las medias de garcía
Y más jode una selección de limitados
Y más jode el caso que le hacen todos a barbaridades del tamaño de un anís.

“Hemos buscado con tanta indignación
El feto que en alguna noche –sin ojos, sin diferencias–
Nos legaron nuestros acomplejados predecesores.”

Y de Morales casi nada: NO BUSQUEN UNA PATRIA /Que contenga rosas. Hoy / Ya no existen las rosas. Sólo contadas noticias. Sólo existe/ Una patria en la palma del pecho. Que dieron las malas noticias. Y otra/en el centro del ojo. Los pésames y las evocaciones. Sigan buscando rosas. Encontrarán/Un balazo en el pecho. De quien fue el rey del cacho y el jefe horazeriano. Y otro/En el centro del ojo. Vaya en paz maestro, vaya en paz, que en el Perú los suicidios están aumentando, quizás las cifras nos toquen con su guadaña.





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