El evento inicia a las 5:45. Piscos de honor

6.18.2010

La memoria de los Jinetes


El año pasado en el mes de noviembre, en esta misma sala (de la Casa de la Literatura Peruana) participamos en una mesa redonda donde intercambiamos algunas ideas con los miembros de otras publicaciones literarias. Esa noche alguien dijo que emprender un proyecto editorial, organizarse y trabajar para sacar una revista de literatura, venía a ser un acto heroico. Recuerdo que esa noche celebré la frase, pero varios meses después creo que no era una frase acertada; porque cuando uno traza un camino, lo único que puede hacer es andarlo, por más difícil que resulte; pero los actos heroicos nunca son pensados, calculados y quizás allí sí haya alguna coincidencia con el hecho de sacar una publicación como El Jinete de la Tortuga.

Así nació la revista. No fue un proyecto porque de lo contrario hubiera tenido un norte, un objetivo general y otros específicos, entre otras cosas. En esos primeros años solo teníamos tres certezas: queríamos publicar, dar a conocer, a gente joven que le dedicara más que sus ratos de ocio a la literatura; todos estábamos comprometidos y todos queríamos que cada entrega fuera mejor que la anterior, ese fue desde el inicio el derrotero de las primeras entregas.

Para la cuarta edición se pensó incluir narrativa y poesía. Inicialmente se previó trabajar únicamente con los textos que se obtendrían producto de la convocatoria que lanzamos en enero del 2008. Sin embargo el resultado de la convocatoria fue favorable en cuanto a calidad, más no en cantidad. Seleccionamos tres autores por poesía y tres por narrativa. Era poco. Fue allí cuando se decidió incluir textos de los miembros del comité editorial y empezó a germinar la idea de trabajar dos dossier. Y esto es significativo porque la elaboración de dos dossier ha sido el esfuerzo más grande que hemos realizado como comité editorial. Decimos esto porque no sólo implicaba el doble esfuerzo editorial y de diagramación, sino también la parte más dolorosa y sufrida: el dinero.

Aún así, se empezó a trabajar cada dossier por separado. Abusando de la buena voluntad de los narradores empezamos a corregir, con ellos, los textos en unas cuantas reuniones que pretendían ser una suerte de talleres improvisados en cafeterías, pollerías, juguerías, etc. que se prolongaban en correos electrónicos y conversaciones por chat. Para la sección de creación del dossier poesía se encontró como elemento vinculante esta suerte de “poema tributo” o “canto a los héroes personales” que encontramos entre los textos que enviaron los autores seleccionados. Tenemos por ejemplo un poema de K. Valcárcel, dedicado a Frida Kahlo, otro de Ludwig Saavedra en el que Charlie Parker es el protagonista, o el de Jhon López en el que se idealiza la figura de Julio Mau. Pero esto sólo nos permitía incluir un poema por colaborador y bajo la premisa del tema, el entonces miembro, Juan Pablo Mejía invitó a algunos amigos enviar sus textos. De manera similar se consiguieron las retrospectivas elaboradas por Sonia Luz Carrillo y Jhony Pacheco. Luego llegaron las traducciones, gracias a la generosa colaboración de Oscar Limache y José Cáceres. A la convocatoria también llegó el adelanto de un libro de Gladys Mendía, que quisimos incluir como tal en una sección aparte. Luego quedaba por resolver el problema de las imágenes. Inicialmente se pensó tomar fotografías de la ciudad, pero el proyecto era demasiado ambicioso y las primeras fotografías nos dejaron insatisfechos. Por esos días conocimos a Eduardo Yaguas y cuando le propusimos ilustrar los dossier aceptó encantado.

De modo general fue así como se reunió el material y se plasmó los dos dossier. La consigna siempre fue que la entrega estuviera lo mejor posible, pero los plazos se vencieron una y otra vez, el presupuesto inicial no cubría ni un tercio del costo final, y pese a que los colaboradores tuvieron mucha paciencia, en más de una ocasión escuché o leí preguntas y frases como: ¿cuándo sale? ¿Ya está? Ya va ser más de un año. ¿De verdad va salir no? Esto no es una disculpa, pero es importante saber, que esta entrega nos encontró fuera de esa burbuja que llamamos San Marcos, nos encontró gastando suela para buscar trabajo pensando en qué carajo sería de nuestras vidas (cosas que hasta ahora no sabemos) y sumado a esto nuestros horarios no coincidían (vivimos al extremo este, el extremo norte y al sur de la ciudad y el centro rara vez suele ser un buen lugar para hablar de cosas serias, planificar, etc.); luego de nuestras actividades diarias se hacía difícil concentrarse y trabajar un par de horas en las pocas reuniones que podíamos concertar en Surquillo o San Juan de Lurigancho, unas veces nos dejábamos llevar por la chacota, y otras veces el alcohol provocaba conversaciones que terminaban alejándonos del motivo de la reunión.

En este contexto un tanto hostil, en las constantes discusiones, más de una vez nos cuestionamos si valía la pena seguir apostando por algo que no daba réditos, pero vimos hacia atrás y con no poca terquedad decidimos continuar. Sin embargo este pesimismo nos hizo buscar en lo cotidiano, mirar la ciudad y sus habitantes con otros ojos, y si bien esto apenas se insinúa en el dossier narrativa, es un elemento presente en las últimas entregas de nuestro blog y será el elemento central de lo que está por venir con nuestra tortuga y nuestro jinete.

Con altibajos, con ocho meses de retraso, pero con la firme decisión de imprimir este Jinete, pudimos presentar esta cuarta entrega en diciembre del año pasado y hoy 3 de junio, podemos reafirmar que este jinete no detendrá su caminar.

Muchas gracias.

1 comentario:

Anónimo dijo...

mucho bla bla bla..

si ahorraran lo que consumen en cerveza no tendrian problemas con el presupuesto jajajaja.