El evento inicia a las 5:45. Piscos de honor

9.07.2008

Satélites

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Amadeus Modigliani. Portrait of a girl, 1917-18
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Es mi tercer día como mozo en la rockola. Son las dos de la mañana y ella pone una moneda en la máquina para escuchar por tercera vez un vals –la única música disponible—. Ella fuma mirando hacia cualquier parte. Me llama pidiendo otro cigarro. Voy; le ofrezco el cigarro, le acerco el encendedor. Después de la primera pitada me mira a los ojos. Una mujer de ojos verdes sola en una mesa.

—¿Conoces a Modigliani? —me pregunta. Yo no sé de quien me habla.
—Modigliani era un pintor —me dice, —el pintaba la realidad Modigliani.

Me quedo mudo unos segundos, ella continúa:

—Modigliani vivía en la realidad Modigliani, ¿entiendes?

Yo la miro sin sorpresa, muy cansado como para sorprenderme. Meto mis manos en los bolsillos, relajado.

—¿Y tú como apellidas?
—Zúñiga –respondo.
—¿Y cómo es la realidad Zúñiga?

Tengo la mente en blanco. Busco articular una frase ingeniosa, pero me es imposible. Ella me contempla un rato, da otra pitada al cigarro, mira hacia cualquier parte. Yo miro a los alrededores. A las mesas vacías, a las sillas vacías.

Ella toma la última copa de vino. Pregunto si desea algo más, ella niega con la cabeza, sin dejar de mirar su copa. Me llevo la pequeña botella, regreso. Sé que va a decir algo inesperado.

—¿Cuánto tengo que pagar para romper esta copa?

Sonrío. Digo cualquier cifra: 10 soles. Ella da un suspiro. Acerca su mano a la copa, la acaricia, como si tuviera un valor que sólo ella reconoce, luego la presiona fuerte, la pone boca abajo. Tímidamente la empuja con sus dedos al borde de la mesa, lo hace cada vez con más lentitud, como queriendo que la copa diga: piedad, piedad.

La caída de la copa dura un segundo, pero los preparativos de su aniquilación me hacen pensar que fueron dos o tres.

Ella suspira de nuevo. Paga los 10 soles. Sale a la calle con gesto resuelto.

La veo hacerse pequeña a cada paso. Cuando desaparece contemplo la noche, digo en voz baja: "las estrellas que parpadean son estrellas, las que no, son satélites".
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© Lucho Zúñiga (Lima, Perú - 1978)
Alguna vez estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Publicó el poemario La escalera (Santo Oficio, 2007) y la novela El Círculo Blum, (Borrador Editores, 2007), Cuentos suyos aparecen en las antologías Ginebra Magnolia (2005), y 17 fantásticos cuentos peruanos (Editorial Casa Tomada, 2008), El presente cuento se publicó en agosto de 2007, en la tercera entrega de la Revista "El Jinete de la Tortuga".
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2 comentarios:

Ayarmarxio dijo...

Letal. Felicitaciones señor Zuñiga, un cuento muy rico en imágenes. Gracias.

Anónimo dijo...

Cuento feo, tío, cómo te eligen?