El evento inicia a las 5:45. Piscos de honor

8.13.2010

La historia del Perú


Por Jaimedonato Jiménez

No hay un pasado
sino una multitud
de muertos

Washington Delgado


Siempre me interesó la historia. Me parece que era el único curso en el colegio al que solía prestar atención. Me gustaban sobremanera las batallas; esos relatos donde ilustres y honorables peruanos se sacaban la mugre por el bien de la patria; algunos de mis profesores las narraban con emoción y elocuencia, tratando siempre de no caer en el chauvinismo.
Entonces uno salía al recreo convencidazo de sus héroes, y alucinábamos ser el Grau del ataque, un Bolognesi de la defensa, el Jorge Chávez de la portería, un Cáceres del mediocampo. Y así con el pecho hinchado le dábamos duro a la pelota. Pum! un cañonazo a la Covadonga, Pum! Recibe esta Abascal, Pum! Chúpate esa Patricio Lynch. Pum! Con esta caes Canterac! Éramos los gramputas, el dream team de la historia peruana, nadie nos detenía, pero eso sólo nos servía los 20 minutos de cada recreo… Y es que si seguimos la lógica histórica ¡Ninguno de los primeros había ganado nada! A lo mucho ganaron el Botín de oro, o el equipo Fair play, pero jamás una guerra. Con el pasar del tiempo me di cuenta que el afamadísimo curso de Ciencias Histórico-Sociales fue en muchas ocasiones un fango de baba, una cantera de calichines.
Las secuelas: las celebraciones del 28 de julio siempre me han parecido una completa falsedad, tanto en hechos como en sentimientos (aunque eso no quiera decir que carezca de sentimientos patrios).
Hechos: ¿fue realmente el 28 de julio el día en que conseguimos la independencia? Y si pudiéramos decir que lo fue… ¿no serían las batallas de Junín y sobre todo la de Ayacucho las verdaderas fiestas patrias? Días en que muchos peruanos y hermanos sudamericanos misios y con huevos dieron revés a una batalla en la que Sucre ya había dispuesto la retirada (ese día también nacieron los muñequitos que marchan a mediodía en el patio exterior de Palacio de Desgobierno).
Sentimientos: Porque donde uno va siempre se ignoran las placas conmemorativas de una plaza, parque, calle, etcétera. Castilla con un ojo quiñado, la estatua de Bolognesi más parece una oda al desgarbo que a la defensa de toda una nación, un Olaya ignorado en su pasaje, un Avelino Cáceres al que nadie le para bola, un Túpac Amaru que hoy en día es sinónimo de violencia social y política. O próceres que deberían ser respetados y mostrados en un evento cultural y son tapados por toldos verracos que sumen en ignorancia el legado que dejaron.
Y estoy lejos de ser un ultra patriota (o patriotero). Me aburre ver la logística bélica de las paradas militares de julio (artefactos que hasta donde sé solo mataron peruanos); la Historia peruana es un álbum de figuritas que busca vender un patriotismo que sólo sirve en elecciones. En los feriados patrios no aplaudí cuando en Cineplanet pusieron el Himno Nacional antes de una función. No me creo ese patriotismo con pinta de tecnopor. Estoy lejos de serlo porque al igual que el 99.99999999999% de nosotros no tenemos la memoria suficiente para saber donde nos sitúamos, ni de quién venimos y, gracias al desgobierno, hacia dónde vamos.
Entonces, cuando nos damos cuenta de ello y miramos hacia atrás ¿qué es lo que vemos? La nada. La memoria colectiva se esfuma, como se esfumaron los recursos del guano y el salitre, como lo era del boom de la pesca, y como se esfumará el oro, la plata, el cobre y el gas de precio huevo. La nada: eso que nos rellenan con Gisela y sus seudoconcursos. La nada: eso que llenan con Magaly TV. La nada: eso que Jaime Bayly llena con su candidatura. La nada: eso que deberíamos de tener presente a la hora de votar y no nos da la gana de recordar.

1 comentario:

Sebastian Soler dijo...

Oiga usted está en lo cierto, es que somos un país sin memoria a pesar de sus riquezas...
Buen post